viernes, 16 de julio de 2010

Relativismo (I)

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Tras mi entrada de las decisiones, me parece muy oportuno hablar también de otro tema (un tanto “espinoso” o “estúpido” para algunos) pero que sin embargo, al igual que lo hace la gran mentira de las matemáticas, funciona: el relativismo.


El relativismo no es una filosofía muy clara. Usualmente se basa en el siguiente axioma: “Todo es relativo”, y los relativistas mas extremos incluyen “hasta la propia teoría de lo relativo es relativa”. Yo me considero profundamente relativista, y ya he escuchado muchísimas críticas hacia él, tales como que el relativismo es una manera de “justificar cualquier acto”. Efectivamente lo es, pero ya entraré a hablar de ello en otra ocasión.


¿Recordáis lo que dije sobre las decisiones? Que cualquier situación tiene infinitas posibilidades: esto es, que toda situación es relativa, ya que no podemos predecir lo que va a pasar, aunque estemos muy seguro de ello. En el espectro temporal, como podéis ver, el relativismo nos sirve para adelantarnos al futuro; para adelantarnos a cualquier situación posible y así estar preparado para afrontarla sea cual sea.


Y ahora os voy a hablar de una palabra clave en el relativismo: variables. Las situaciones a priori de las decisiones no son todas iguales; están afectadas por variables que determinan el espectro de decisiones que se puede tomar, variable temporales pasadas y presentes. Juntando esto con lo de la otra entrada, estas variables nos permitirían saber los absolutos, los caminos absolutos a seguir tras haber tomado la decisión.


Pero el relativismo nos sirve para muchísimo más; nos puede servir también para analizar mejor a las personas y a sus actos, ya que nos permite ver todas las variables posibles, y en consecuencia, tener la mente muchísimo mas abierta a todas las posibilidades, y así evitar cometer errores.


¿Quien alguna vez no se ha enfadado con un buen amigo? ¿La razón? Pues imaginemos que ese amigo nos dejase plantado un día cuando habíamos quedado con el. Dependiendo del grado de afecto que le tengamos, veremos la situación de una forma u otra.


Si somos unos conocidos, nos mosqueará bastante, ya que pensaremos que tiene mucha cara en quedar con alguien y no aparecer. Si somos amigos “superficiales” nos pasará lo mismo, solo que nos enfadaremos menos. Y si somos muy amigos, tendremos mucha mas información sobre cual es su “situación”, ya que puede que, por ejemplo, ese amigo nuestro tenga un hermano en silla de ruedas y con problemas psicológicos y por ello a veces se tenga que quedar con él aunque haya quedado. En este caso no nos enfadaríamos, ya que sabríamos cual es su situación, esa situación previa a haber tomado la decisión de no ir con nosotros.


¿Pero siempre conocemos todos los matices de esa situación? La respuesta es no. Por ello, en este caso el relativismo, nos sirve para imaginar la infinita cantidad de causas que pueden haber echo a esa persona tomar esa decisión, haciendo que seamos mucho más empáticos, evitando que tomemos medidas precipitadas, y también, por supuesto ayudándonos a comprender mejor porque tomo esa decisión.


Todo esto sobre el relativismo, será en un futuro un método filosófico. Por ahora esta es la primera parte, y en la segunda responderé a un problema que este nos plantea: ¿Si todo es relativo como podemos tomar una decisión que es absoluta en un momento concreto del tiempo?


Bernard Marx

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